Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, tribulación que vienes,
como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor la tabla que procuro,
si no es tu voz el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.
Miguel Hernández