III
No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Buesa
sábado, enero 19, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Buenas tardes,
Estaba paseándome por la blogsfera y me he encontrado con tu sitio. Es cálido y hermoso, y me gusta lo que cuelgas en él. Felicidades.
Te invito a ti y a todos los tuyos a mi blog (http://laodiseadelcuentista.blogspot.com/), la temática es diferente, pues soy escritora y estudiante de filosofía (entre otras cosas), pero espero que os sintási bien recibidos.
Un fuerte abrazo ^__^
Isi
Publicar un comentario