Se han unido la hora, el piano, y tu cuerpo,
para hacerme morir de nostalgias fragantes...
¡qué me importa la vida, por cogerte una estrella
rodaría a un abismo de dolor y verdades!
¡Y has mustiado mi frente con la música triste
de la nieve y del luto del piano y tu carne...
con tus armas de seda, de perfume y de llanto,
te daría cien almas que pudieras quitarme!
...La sonata se extingue... Por la abierta ventana
entra un rosa encendido de caída la tarde,
y tus manos se abaten cual palomas heridas
y el piano parece que se tiñe de sangre...
J.R.Jiménez
2 comentarios:
Ahora me estás contando
que no estás nostálgica.
Entonces dame otra palabra para esto,
tú, que tan buena eres con las palabras
y en dejar las cosas imprecisas,
porque necesito un poco de esa imprecisión,
ahora que todo me viene tan claro.
Sí, te amé, cariño mío,
y si lo que me ofreces no es nada más que diamantes y polvo
hace ya mucho que te lo pagué...
Mmmm... es bueno
;)
Saludines
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