sábado, mayo 24, 2008


Soneto 11 - Shakespeare


Al tiempo que decaigas podrás ver cómo crece

En alguien tuyo aquello de que has de separarte;

Y cuanta sangre nueva otorgues siendo joven,

Podrás llamarla tuya cuando dejes de serlo.


En ello estriban juicio, belleza y crecimiento;

Y su ausencia es locura, vejez, frío, declive.

Si así pensaran todos, el tiempo acabaría

Y en tres generaciones terminaría el mundo.


Que aquellos que no han sido hechos para quedar,

Deformes, toscos, rudos, estériles fallezcan:

Pero a ti se te dio más que al mejor dotado,

Y mimar deberías un don tan generoso.


Si la naturaleza hizo de ti su sello

Fue porque hicieras copias, y el modelo no muera.

jueves, mayo 08, 2008


Dos rojas lenguas de fuego

que, a un mismo tronco enlazadas,

se aproximan, y al besarse

forman una sola llama;


dos notas que del laúd

a un tiempo la mano arranca,

y en el espacio se encuentran

y armoniosas se abrazan;


dos olas que vienen juntas

a morir sobre una playa

y que al romper se coronan

con un penacho de plata;


dos jirones de vapor

que del lago se levantan

y al juntarse allá en el cielo

forman una nube blanca;


dos ideas que al par brotan,

dos besos que a un tiempo estallan,

dos ecos que se confunden,

eso son nuestras dos almas.

Bécquer

martes, mayo 06, 2008


Canción del Amor Lejano
José Angel Buesa


Ella no fue, entre todas, la más bella,
pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo...
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

viernes, mayo 02, 2008


Elegía por nosotros - Buesa

Erguida en tu silencio y en tu orgullo,
no sé con qué señor que te enamora,
comentas a manera de murmullo:
¡Mirad ese es el hombre que me adora!
 
Yo paso como siempre, absorto,... mudo,
y tú nerviosamente te sonríes,
sabiendo que detrás de mi saludo,
te ahondas y después te me deslíes.
 
Yo sé que ni te busco, ni te sigo,
que nada te mendigo, ni reclamo,
comento, nada más con un amigo:
"Esa es la mujer que yo más amo".
 
Yo sé que mi cariño recriminas,
es claro tú no entiendes de esas cosas,
qué sabe del perfume y las espinas,
quien nunca estuvo al lado de las rosas.
 
Tú sabes que jamás suplico nada,
y me sabes cautivo de tus huellas,
que vivo en la región de tu mirada,
y comparto contigo las estrellas.
 
Un día nos veremos nuevamente,
y es lógico que bajes la cabeza,
tendrás muchas arrugas en la frente,
y el rostro entristecido y sin belleza.
 
Serás menos sensual en la cadera,
tus ojos no tendrán aquel hechizo,
y aún murmuraré- ¡Si me quisiera!
tú sólo pensarás: ¡Cuánto me quiso!